sábado, 27 de septiembre de 2014

* Con el sello del lector *

***Excelente noche de Sábado para todos.

Cuando solemos decir ; *vivimos tiempos difíciles*, creemos que los pasados fueron fáciles y para nada es así.
Es nuestro egoísmo y la indiferencia lo que no nos permite ver hacia el pasado lo que otros han sentido, acorde a su tiempo.
En cada tiempo de nuestra larga historia hubieron problemas a la medida del grado de sociedades existentes, como así también personas preocupadas por intentar cambiar lo que consideraban nocivo para todos.
Aquello de *A Rey muerto Rey puesto* nos llega hoy renovado con el; *A una noticia la entierra rápidamente otra nueva noticia*.

Y así vivimos encapsulados y acelerados en la inmediatez sin darnos un mísero momento para reflexionar.
Desde aquí, creo haber intentado siempre aportar reflexión, crítica, o encontrar al menos algo útil detrás de cualquier cosa, por más intrascendente que pudiera parecer.
Estamos predispuestos siempre a nuestros estados de ánimo, hay días en que encaramos el apostolado de intentar aportar algo desde la manera sutil, suave, armónica, casi religiosa.
Pero hay días en que el hartazgo nos llega al cuello, como la espuma de la cerveza cuando se la vierte torpemente sin darle el ángulo necesario a la botella..



Ahí..., en esos momentos nuestra reflexión sale como impulsada por la pólvora, las palabras parecen lijas de grano grueso dispuestas a esmerilar los oídos de quienes creemos...que nos escuchan..
A veces pedimos, otras casi que exigimos, nos enojamos y en lugar de acariciar mientras intentamos aportar ese *algo* que creemos útil, tiramos de las orejas reprendiendo como lo hacían nuestros padres.
Es que indignarnos...es una especie de medida para educar nuestros sentimientos. Los viejos caducos decían que *la letra con sangre entra* o que; *una bofetada dada en el momento justo educa*.
No apoyo esa clase de educación arcaica, pero sí estoy de acuerdo con que hay momentos en los cuales un leve zamarreo es necesario.

Estamos tan dormidos que si no ladra el perro seguiríamos durmiendo, y bendito sea el perro entonces.
Uno de los queridos y apreciados lectores dejó un comentario que he considerado ideal para compartir públicamente, no doy su nombre real ni tampoco el virtual cumpliendo con su pedido, y comparto con él que muchos te elogian porque te aprecian, pero otros lo hacen para destruirte, porque cuando lo hacen su fin es sobrealimentar nuestra vanidad para que reviente junto con nosotros.
Éste amigo hace su reflexión desde la crítica generalizada y desde un momento personal en el cual sintió la necesidad de que sus palabras fueran lijas voladoras.



De ninguna manera considero su arenga como negativa, al contrario, creo que su intención es el samarreo que nace del mismo hartazgo que mencionaba antes.
Su alocución hecha texto, es algo que he experimentado también como él en otras oportunidades, y son postales de nuestros estados de ánimo.
Queda abierto éste espacio público para todo aquél lector/a que quiera compartir su propia reflexión dejándola en la sección *comentarios* solicitando hacerla pública, y como únicos requisitos pido que sean de su propia autoría, que no sean agresivas ni soeces, que no estén dirigidas hacia alguna persona en particular y que no superen más de las 50 líneas que la caja indica
Sin más que agregar, cierra éste post el amigo M1 que aprecio como a muchos aquí, cada cual con su forma y sello personal, pero todas, voces que intentan dejar lo mejor de sí a manera de regalo en el pesebre cotidiano de nuestra actual historia.
Gilgamesh***



-Somos grotescos, criaturas, os lo digo muy en serio:
Eventualmente, negamos y detestamos a quien, basándose en argumentos lógicos, es capaz de derribar los cimientos de las creencias externas en las que se basa nuestra personalidad. No vemos en él a un ser libre de cadenas exponiendo sin pudor su experiencia existencial, sino una maquinaria industrial que ha demolido hasta el subsuelo la construcción de toda una vida, peculiaridades aparte. Si tan sólo pudiésemos distinguir que tal sujeto, en su genuina singularidad, está revelando a la luz de su propia conciencia la gran mentira en la que ha estado sumido desde siempre, basándose en las convicciones de otros, efectuando las elecciones de un pequeño y resumido catálogo, emulando los modelos de vida establecidos, luchando por los sueños y esperanzas que están dentro del arquetipo, de la matriz. El que se expone a alguien así y comprende lo que dice, no lo perdonará jamás. Jamás perdonará haber abierto su mente al hecho de que no hay nada original en uno mismo, nada; que todo es programación, que el individuo en su conjunto no es más que un compendio de los códigos sociales de su entorno.



Ahí se acaba la arrogancia, la grandeza de la personalidad, y eso duele, ¿verdad? Produce un daño lacerante en cada célula del organismo. ¿Es eso? Da rabia concebir que uno es lo que la sociedad ha hecho de él y que su voluntad está absolutamente condicionada por los códigos sociales que han sido introducidos en su memoria. Hiere profundamente darse cuenta de que la identidad no ha sido confeccionada por elecciones propias, sino ajenas. Uno se sorprende y se aterra, como quien descubre que es un fantasma, al ser consciente de la insignificancia misma de una acción cuando no hay responsable de esa acción como individuo, sino como sociedad. La persona no es una parte de la sociedad; la persona es exactamente la sociedad, un fractal de la sociedad, igual que la hoja lo es del árbol, sin vida propia, absolutamente dependiente de la rama. 

Es urgente y necesario, para ser libre, que la hoja se desprenda de la rama y vuele al viento, expuesta por primera vez a los aires de una autodeterminación real. Pero nosotros no queremos ser independientes porque tenemos miedo de algo que no hemos saboreado jamás. Así pues, sigamos discutiendo sobre nuestros legítimos dioses, el poder y el dinero, entreguémonos al ídolo religioso, diversifiquemos luego el tiempo y elaboremos algún chistecito que otro, porque claro, somos todos tan ingeniosos...¿por naturaleza? Payasos, por imitación! Sigamos matándonos unos a otros y mirando de reojo a nuestros vecinos; continuemos viendo las noticias del mundo y comiendo el gran filete mientras comentamos con ignominiosa desazón las vicisitudes de aquellos que vemos por televisión subsistiendo en condiciones deplorables. No hagamos nada al respecto.



Al fin y al cabo, todo va sobre ruedas, según el plan y rail que otro nos marcó, claro, no según el nuestro, pues la creatividad ha sido secuestrada, erradicada, y suplantada por los objetivos del programa social y su sistema educativo. Nuestras pusilánimes vidas ya han sido previstas de antemano, de principio a fin. Nosotros también seremos hundidos por el yugo que hundió a nuestro vecino, a nuestro hermano. Sólo es cuestión de tiempo. Pero cuando llegue el momento, ay...Cuando llegue el momento habremos querido actuar ahora...Habremos querido entonces haber soltado la rama de la sociedad ahora, romper en mil pedazos nuestras creencias y alejarnos del abominable mónstruo que nos mantiene presos y nos oprime. 

Pongámonos a nosotros mismos en el foco, devengamos conscientes de nuestra propia existencia. Veamos como funcionamos, observemos los motivos y los resultados de nuestras acciones. Estudiemos la prisión que han construido en torno a nosotros durante el lapso del descuido propio de nuestra inadvertencia. Al saber lo que no somos, llegamos a conocernos a nosotros mismos. La vía de vuelta a nosotros mismos es a través de la negación y del rechazo de todo aquello que creemos ser.

M1

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