sábado, 7 de noviembre de 2015

* Teilhard, Cabral; la búsqueda *

***Bellísima noche de Sábado para todos.

Así como es arriba es abajo, o éste abajo la imágen virtual como reflejo de algo real, algo lejano e incognoscible, camino cuasi eterno o infinito, que siempre intentamos descubrir, el largo camino a casa...
A lo largo de la historia humana han surgido seres que en el afán de su búsqueda no han cejado, incluso hasta ser despojados de condiciones que los excluyó.

Seres valiosos que en su buena voluntad de pensar en voz alta nos permiten ver lo variopinto de nuestra condición, aún en esos polos que consideramos opuestos por quienes ya no queremos más formar parte de algo con lo cual nada tenemos que ver.
De curas...., los hay buenos y malos como en cada rincón de ésta multiplicidad de vida.
Quiero hoy destacar a un hombre que, formando parte de la llamada *Iglesia* no cejó, ni aún siendo excluído de ella.
Pierre Teilhard de Chardin osó *salirse* de la caja, retrocedió en el tiempo, tomó conceptos Gnósticos e incluso previos a aquella corriente, Pierre era un buscador de esos que siempre son positivos.

Les dejo éste relato sobre su obra que muy bien describe el Dr. Nelson Campos Villalobos, y creo que uno no puede dejar de conmoverse al leer esa plegaria final de Teilhard, desgarro interior de nuestra condición humana material que a todos alguna vez en la vida nos hizo crujir el alma...



Pierre Teilhard de Chardin
Por Nelson Campos Villalobos

Hay personalidades excepcionales así como vidas también excepcionales. Pierre Teilhard de Chardin =1881-1955= es una de esas personas. Si es difícil destacar en un solo ámbito, él lo hizo en tres, porque fue sacerdote católico =jesuita=, antropólogo y filósofo y en cada una de esas 3 actividades se hizo notar mundialmente.
En 1922 ingresa a la Sorbona y obtiene nada menos que tres licenciaturas, en Geología, Botánica y Zoología, para posteriormente lograr el doctorado en ciencias naturales con su tesis sobre los mamíferos del eoceno inferior en Francia. Para la comunidad de la Sorbona la tesis nombrada fue motivo de asombro y celebración. 

Asombro que un cura jesuita se dedicase a la ciencia sin perder la fe y celebración porque este cura se adhería a la teoría de la evolución. Esta excelente preparación científica recibida en una de las mejores universidades de Europa, se une a su fuerte formación conseguida en el Seminario católico en Teología y Filosofía.
El primer problema vital y espiritual fue el referido a conciliar la ciencia con la religión, cuando en todas partes se consideran terrenos mutuamente excluyentes. Pero no fue ésta la única dificultad que tuvo.



A veces se piensa que la sorda lucha de la iglesia en contra de la herejía era asunto de la edad media, pero en 1925, el padre Pierre Teilhard de Chardin fue expulsado de su cargo en el Instituto Católico de París, por un artículo suyo sobre el pecado original. Desde entonces la iglesia lo mantuvo bajo su celoso cuidado y le permitió seguir su trabajo como paleontólogo, si bien alejado de las funciones sacerdotales propiamente tales, porque los mismos sacerdotes consideraban que no era posible hacer un buen trabajo simultáneamente en esas dos áreas.

*La originalidad de mi creencia, escribía Teilhard, consiste en que echa sus raíces en dos dominios de la vida habitualmente considerados como antagonistas. Por educación y formación intelectual yo pertenezco a los hijos del cielo. Pero por temperamento y por estudios profesionales yo soy un hijo de la tierra* solía decir Teilhard cuando le preguntaban si no había alguna contradicción que él percibiera en sí mismo sobre creer en Dios y al mismo tiempo estar en las ciencias naturales, cuyos cultores suelen ser ateos. No hay, por otra parte, contradicción lógica alguna en la cita de más arriba, ni nada en las leyes físicas ni en los principios de la filosofía prohíben pertenecer a ambas áreas del pensamiento al mismo tiempo.



Europa y el mundo estaban maravillados al comienzo del siglo XX con los avances científicos, con las automóviles, los aviones y los descubrimientos de los famosos exploradores y Dios estaba cada día más lejos de las mentes de grandes científicos, salvo unos pocos como Jean Guitton , Einstein y el padre George Lemaitre, que pensaban en forma distinta al pensamiento oficial de la época. De todas maneras los tiempos estaban cambiando para la Iglesia y como existía una larga tradición de curas astrónomos que siguieron fieles al credo, las autoridades jesuitas pensaron que menos daño podría hacer el padre Teilhard si se iba a China a efectuar su trabajo científico.

Además, el padre Georges Lemaitre, cuando anticipó el Big Bang, logró que la iglesia sintiese que ahí estaba el minuto cero de la creación divina y también la iglesia captó por vez primera que la ciencia podría, aún sin quererlo, apoyar a la fe con sus descubrimientos.
Pero no todo fue fácil, porque a medida que Teilhard avanzaba en el desarrollo de su propia filosofía se distanciaba más y más de la ortodoxia católica, pero no de su fe, lo que parece contradictorio.



Como veremos, derivó lentamente hacia un misticismo en el cual Dios y la Tierra no eran entidades distintas, porque en su cosmología Dios lo abarcaba todo. Aquí ya había un peligro y un leve olor a herejía hizo que la iglesia redoblase su vigilancia. Sin embargo, la fama entre los científicos hacía que Teilhard quedase con cierta inmunidad ante la jerarquía eclesiástica, que no quería que surgiese nuevamente el caso de Giordano Bruno, lo que habría sido imprudente. Recordemos que ese cura impenitente, como lo llamaron, fue quemado el 17 de febrero de 1600 acusado de herético, pertinaz y obstinado. Ese crimen contra la libertad de pensamiento aún afectaba a la iglesia y sus críticos se habrían alzado en un apoyo mundial a Teilhard.

En una fecha tan tardía en la historia de la humanidad, la iglesia, presionada por las fuerzas tradicionalistas en su seno, emitió un decreto del Santo Oficio que dice a la letra: *los libros del Padre Teilhard de Chardin, S. J., deben ser retirados de las bibliotecas de los Seminarios y de Instituciones religiosas; no deben ser puestos a la venta en Librerías Católicas y no es licito traducirlos a otras lenguas*.



Como estaba previsto, esta conducta originó una serie de publicaciones y noticias negativas en todo el mundo y Giordano Bruno resucitó para alimentar la ira mundial entre los científicos, que denunciaron al catolicismo por querer renovar las prácticas de la Santa Inquisición. Triste conducta la de la iglesia, pero no menos diferente o reprochable que la que tienen todas las dictaduras pasadas y presentes en el mundo en relación a sus dogmas políticos.

EL CONCEPTO DEL HOMBRE SEGÚN TEILHARD

Como científico, cree en la evolución, pero a diferencia de Darwin, considera que es una evolución dirigida por Dios. Recordemos que para Darwin ese fenómeno no tiene dirección porque se basa en la selección natural, que carece de consciencia y de objetivos, y en el azar y por eso, como señala recientemente Stephen Howking, no necesita de Dios en ningún momento..



En cambio, Teilhard cree en una cosmología que evoluciona con un sentido de perfección, desde un universo enorme y vacío hasta la creación de planetas y mediante la evolución llega hasta el hombre y su consciencia. Esta cosmografía tenía que chocar necesariamente con la iglesia.
*Creo que el Universo es una Evolución. Creo que la Evolución va hacia el Espíritu. Creo que el Espíritu se realiza en algo personal. Creo que lo Personal supremo es el Cristo-Universal*. Con esta frase se sintetiza el pensamiento evolutivo de nuestro autor. 

La influencia de las ciencias se observa en su formación filosófica y ningún científico de su época =al igual que ahora= podría estar alejado o desentenderse de la evolución darwiniana, que ha dirigido el pensamiento de los antropólogos y biólogos. Pero, en este encuentro entre la ciencia y la religión, el padre Teilhard hace un avance a favor del espíritu, lo que no es aceptado por muchos científicos, pero que significó en la iglesia un avance sobre el dogmatismo, porque la interpretación nueva acercaba a las posiciones tan separadas de ambas maneras de ver el universo.
Según su teología, el cosmos tiene un significado, tiene una meta hacia la cual se dirige, que es la espiritualidad.



Posteriormente la iglesia se interesaría en el fenómeno del Big Bang, pues los teólogos católicos pudieron ver en este fenómeno el acto de la creación, si bien no se dieron cuenta que ese no es el origen del universo, sino apenas el origen de la expansión del universo solamente, con lo cual lo del comienzo queda esperando nuevas teorías.
Evidentemente la teología de Teilhard tiene innumerables vacíos filosóficos, pero es su propia interpretación del universo, al que trata de encajar en una filosofía cristiana, basada en la figura de Jesús, llevado por su profunda fe, casi mística, del canon católico. El que estuviese investigando entre las raíces físicas del cosmos y las posibles imbricaciones con la fe, despertó cierto malestar en la alta burocracia de la iglesia. 

Además, la palabra evolución siempre ha sido sospechosa entre los teólogos de cualquiera denominación. Es que atenta contra el dogma, pues Dios, que es omniconsciente, todo lo sabe y en ese caso el Hombre desde su creación es perfecto =Dios no puede hacer algo incompleto o imperfecto= y por tanto eso de evolucionar tiene algo de ajeno y extraño. Por lo demás, en esta evolución que es teológica, todo el proceso que ha tomado tantos millones de años, desde la materia que es pre-vida hasta el nacimiento del hombre, tiende al Punto Omega, que para Teilhard es el Cristo Cósmico, hacia donde tiende la Humanidad, que es la cristosfera.



Desde la cosmografía de los tres mundos de Popper, podríamos decir que la materia pre-vida de Teilhard es el Mundo 1 de Popper, y la evolución hasta el Punto Omega sería el cuarto mundo. En lo demás no hay incompatibilidad entre ambos filósofos. Recuérdese que el ateísmo de Popper no resultó extraño para Eccles, quien era creacionista y sin embargo usaba muy bien la teoría de los tres mundos, con la cual no veía ningún punto de desencuentro.

Las etapas en la evolución de universo son:
a) La pre-vida , es el mundo inorgánico;
b) La vida es noosfera, que lleva a la creación del hombre y la consciencia
c) Cristo es la culminación de la vida y del pensamiento, es la cristosfera, que envuelve al universo entero.

Como puede verse, todo el universo está dirigido a la culminación de la creación, que la humanidad, con Cristo como guía.



Pero examinemos con un poco más de detención esta teología-cosmología evolutiva que nos dio Teilhard.
El primer principio, está en que la universo es uno y por tanto al hablar de evolución es todo el cosmos el que evoluciona, no por partes. Este argumento es lógico, no es falsable actualmente porque la evidencia astronómica muestra la evolución del universo desde que se inicia la expansión hace 14 mil seiscientos millones de años, como un todo. El segundo se refiere a la orientación, pues la energía da origen a la materia en diversidad de formas que dan origen a la novedad, elementos y formas nuevas;

El tercero se refiere a las nuevas formas de organización que surgen del fenómeno anterior; dando origen a la vida y luego al hombre. La vida, en este esquema, es la materia que se reproduce a sí misma, y el hombre, con su reflexión constante, se reproduce a sí mismo como entidad psicológica, sociológica y ética. De esta manera se cierra el círculo filosófico-teológico del padre Teilhard: las tres esferas son: la Geosfera, la Bioesfera y finalmente la Noosfera, de las cuales hablamos más arriba.

Teilhard, con su inteligencia excepcional no podía dejar de notar que su material de estudio, la paleontología de los pre-homínidos, mostraba el curso que la materia-vida tomaba para desarrollar al hombre moderno, creo que nunca dudó que esos prehumanos eran productos tendientes a la aparición final del hombre y sus consciencia, pero no podía explicitarlo porque entonces abandonaría la religión para embarcarse en solamente la ciencia, dejando de lado a Dios y eso no era posible.



Ya le era difícil conciliar la ciencia con la religión como para reducir su misticismo a la ciencia. No se puede obedecer a dos amos, dice la Biblia, lo que se aplicaba al posible dilema de Teilhard, quien entre el divorcio intelectual prefirió buscar los puntos de encuentro, con Cristo como interventor supremo.
Aquí se produce una inflexión en este drama intelectual, porque sus teorías teológicas despertaron la oposición entre los grupos marxistas y los ateos y por otro lado se encontró con la desconfianza y el desinterés de los grupos cristianos afines. Para encontrar un espacio más interesado y amable, se estableció en los Estados Unidos, donde pudo seguir trabajando en sus obras.

EL DESCUBRIMIENTO DEL SI MISMO

En su obra El fenómeno humano, =1955= señala Teilhard:



*Para descubrirse a sí mismo hasta el fin, el Hombre tenía necesidad de toda una serie de sentidos cuya gradual adquisición, según diremos, llena y marca los hitos de la historia misma de las luchas del Espíritu. Sentido de la inmensidad espacial, tanto en lo grande como en lo pequeño, que desarticule y espacie, en el interior de una esfera de radio indefinido, los círculos de objetos que se comprimen a nuestro alrededor.
Sentido de la profundidad, que relegue de una manera laboriosa, a lo largo de series ilimitadas, sobre unas distancias temporalmente desmesuradas, los acontecimientos que una especie de gravedad tiende de manera continua a comprimir para nosotros en una fina hoja de Pasado.

Sentido del número, que descubra y aprecie sin pestañear la multitud enloquecedora de elementos materiales o vivientes que se hallan comprometidos en la más pequeña de las transformaciones del Universo.
Sentido de la proporción, que establezca en lo posible la diferencia de escala física que separa, tanto en dimensiones como en ritmos, el átomo de la nebulosa, lo ínfimo de lo inmenso.



Sentido de la cualidad o de la novedad, que puede llegar, sin romper la unidad física del Mundo, a distinguir en la Naturaleza unos estadios absolutos de perfección y de crecimiento. Sentido del movimiento, capaz de percibir los irresistibles desarrollos ocultos en las mayores lentitudes la agitación extrema disimulada bajo un velo de reposo, lo completamente novedoso, deslizándose hacia el centro mismo de la repetición monótona de las mismas cosas.
Sentido de lo orgánico, finalmente, que descubra las interrelaciones físicas y la unidad estructural bajo la superficial yuxtaposición de las sucesiones y de las colectividades. 

A falta de estas cualidades en su escrutar, el Hombre continuará siendo indefinidamente para nosotros, hágase lo que se haga para que podamos ver, lo que aún resulta ser para tantas inteligencias: un objeto errático dentro de un Mundo dislocado. Que se desvanezca, por el contrario, en nuestra óptica la triple ilusión de la pequeñez, de la pluralidad y de la inmovilidad, y el Hombre vendrá a adquirir la situación central que habíamos anunciado: cima Momentánea de una Antropogénesis que corona a su vez una Cosmogénesis.



El hombre no sería capaz de verse a sí mismo de manera completa fuera de la Humanidad, ni la Humanidad fuera de la Vida, ni la Vida fuera del Universo.
De ahí el plan esencial de este trabajo: la Previda, la Vida, el Pensamiento, estos tres acontecimientos que dibujan en el Pasado y dirigen para el futuro =¡la Sobrevida!= una sola y única trayectoria: la curva del Fenómeno humano*.

Lamentablemente Teilhard no nos dice lo que ocurre entre la primera etapa, la Previda y la Vida, pues casi 14 mil millones de años es una inmensidad verdaderamente enorme para que no transcurriese nada en el universo hasta la aparición de la vida en la Tierra. Porque en un universo tan viejo, podría haber ocurrido cualquier cosa que podamos pensar. Pero se hace difícil creer en un lapso tan largo para que apareciese la vida, los animales y el hombre y en un solo lugar del enorme cosmos. Con la fe se puede aceptar todo, pero la ciencia necesita argumentos, hechos. La vieja pregunta medieval, sobre qué hacía Dios antes de la creación, queda sin respuesta nuevamente.

El padre Teilhard se adelantó a la concepción de la red Internet, pues predijo que con el avance de las ciencias y la espiritualidad humana se produciría una convergencia intelectual, en que el pensamiento se hace universal y compromete a toda la humanidad, revolucionando a la Noosfera. Se producirá un sistema unitario de creencias y de conocimientos, lo que producirá una unión consciente no solamente planetario, sino que universal, porque el hombre trasciende a la materia. Y en estos días, la Internet está iniciando esa convergencia intelectual, porque el conocimiento está más allá de los idiomas, las diferencias sociológicas y filosóficas para hacerse uno para la humanidad.



La exaltación que mueve a Teilhard se observa claramente en el siguiente párrafo formado de La misa del Mundo =1967=:

*Me prosterno, Dios mío, ante tu Presencia en el Universo inflamado, y, te deseo y te espero bajo los rasgos de todo lo que habré de encontrar, y de todos lo que habrá de suceder, y de todo lo que habré de realizar en este día. Es terrible haber nacido, es decir encontrarse irrevocablemente involucrado, sin haberlo querido, en un torrente de energía formidable que parece querer destruir todo lo que arrastra en su interior. 

Dios mío, por una inversión de fuerzas que tú solo puedes hacer, quiero que el miedo que me asalta ante las incontables alteraciones que renovarán mi ser, se cambie en la alegría desbordante de ser transformado en Ti.
Extenderé sin vacilar la mano hacia el pan caliente que me presentas. En este pan, donde has condensado el germen de todo perfeccionamiento, reconozco el principio y el secreto del futuro que me reservas. 

Estoy seguro de que consumirlo implica abandonarme a las potencias que me desarraigarán dolorosamente de mí mismo para lanzarme al peligro, al trabajo, a la renovación constante de las ideas, al desapego austero en los afectos. Comerlo es aceptar en todo y sobre todo, un gusto y una afinidad que volverán desde ahora imposibles las alegrías en las que se solazaba mi vida.

Señor Jesús, acepto ser poseído por Ti. Unido a tu Cuerpo seré conducido por su inefable potencia hacia las soledades donde no habría jamás osado subir solo. Instintivamente, como todo Hombre, me gustaría levantar aquí una tienda sobre una cima elegida. Como todos mis hermanos tengo miedo de un futuro sobradamente misterioso y demasiado nuevo hacia el cual me empuja el tiempo. Me pregunto, ansioso como ellos, donde me conduce la vida.... 

Pueda esta Comunión del pan, el Cristo revestido de las potencias que dilatan el Mundo, liberarme de mi timidez y de mi falta de desafíos! Dios mío, me abandono a tu palabra en medio del torbellino de las luchas y de las energías donde se desarrollará mi capacidad para atrapar y saborear tu Santa Presencia. Aquel que ame apasionadamente a Jesús escondido en las fuerzas que hacen crecer la Tierra, a él la Tierra, maternalmente, lo alzará en sus brazos gigantes, y le hará contemplar el rostro de Dios*.





Y para aquellos que deseen invertir apenas cincuenta y tantos minutos de su vida en oir y ver, les dejo con una entrevista del año 1978, España, programa de RTV, Joaquín Soler Serrano entrevistando a mi compatriota Facundo Cabral. 
Un Facundo de unos 40 años ya sin la barba típica de años anteriores, y les recomiendo =si la música no les agrada= más que nada escuchar sus reflexiones dentro del relato de su vida. Su brillantez, que no sabe de libretos ni de cosas dichas de memoria, y un despliegue de sabiduría que... conmueve.

Hermosa noche para todos.

Gilgamesh***



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